Pasada la tormenta llega la calma


Terminaron los exámenes. Por fin ha terminado ese horrible horrible sufrimiento. Es la peor época para todos los que somos universitarios. Nuestro día transcurre en un ir y venir de la cocina a la habitación. Es inevitable. Que si un café, un sandwich, unos chettos, una hamburguesa de toffu... Todo sea para escaparse un momento mínimo de los libros. Cierto es que al fin y al cabo tan sólo son unas pocas semanas al año las que me toca sentarme en serio delante de los apuntes, pero son las peores de todo el año! Evidentemente, una vez pasado este trage, era obligado celebrar una fiesta. Y así lo hicimos.

Convoqué un evento por Tuenti [;)] para que acudieran todos mis amigos de la facultad, y nos pusimos de acuerdo Vanesa, Alberto y yo para hacer una fiesta conjunta. ¡Sí! Como lo oís, nos pusimos de acuerdo. Es raro pero cierto. Todo sea por pasarlo bien. Y teniendo mi vaporizar ya recompuesto... no iba a faltar de nada.
Total, que al final se nos juntaron en casa unas treinta personas, entre melenudos frikis, pijas rubias y rastosos con pantalones de pijama. Toda una reunión social digna de estudio. Entre litros y litros de alcohol fue corriendo la noche. Todo genial.

Bueno, todo todo... Esta mañana al levantarme con una resaca de mnuerte, me he ido directa a lavarme la cara e intentar recomponer lo que quedaba de mi yo. Y me he despertado de golpe. En el espejo del baño había una nota más que cariñosa escrita con pintalabios rojo dirigida a Alberto, nuestro sex symbol particular. No he podido reprimir las carcajadas y ha venido Vanesa con cara de odio pidiéndome que por favor dejase de gritar, pero en cuanto lo ha visto tampoco ha podido reprimir las carcajadas.

En cuanto se despierte Alberto, nos espera una laaaarga e interesante sesión de interrogatorio (todo sea por marear).


Estrella

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