Nada de donuts de chocolate


Una notita en la nevera ha convertido mi tranquila mañana en una súperpesadilla:

"Vanesa!!! No hay nada en la nevera. Baja al súper y compra lo que hay en la lista anda. Paz y amor!"

Yo que en mi vida he ido a un supermercado... Ni se imagina Estrella el esfuerzo que supone para mí tal acción. Veamos. En esos sitios, no hay más que gentecilla pobre buscando comida de saldo para llenar sus tristes frigoríficos de latas de tomate en oferta. Hasta las cajeras tienen esa pinta hortera de chica de extrarradio que trabaja para pagarse las extensiones rubio platino. Ni qué decir tiene, que eso en casa de mis padres lo hacía Encarnita, o, en casos excepcionales iba mi madre al Corte Inglés. Cómo mucho! Pero ahora he tenido que armarme de valor (y un buen par de tacones) y adentrarme en ese cutre-mercado de al lado del piso. Al final he comprado un montón de cosas que no estaban en la lista, pero que parecían mucho más interesantes: pan con tres cereales, nueces de pecán, tarta de queso con arándanos, foie de cannard, ... Exquisiteces que pensé que apreciarían mis compañeros.

Gran error. En cuanto he vuelto, se han abalanzado como si fueran buitres sobre las bolsas y han empezado a hacerme un montón de preguntas: ¿dónde están los donuts de chocolate? ¿y las hamburguesas precocinadas? ¿Y las pizzas congeladas? ¡¿Y el bote gigante de helado de chocolate?! De nada han servido mis explicaciones, se han ido los dos corriendo a comprar todas esas cosas asquerosas que había en la lista.

Encima de que intento convertirlos en gourmets....

Vanesa

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