El extraño caso de las ensaimadas verdes


Iba tan feliz esta mañana de camino a la cocina, cuando cuál es mi sorpresa al encontrarme un paquete de doce ensaimadas de color verde. Exactamente las mismas que la noche anterior tenían el color normal que tienen las ensaimadas (ese marroncito amarillento un poco feo disimulado por el azúcar glass).

-No puede ser - pienso. Las ensaimadas no pueden ser verdes, ¡si anoche eran color ensaimada!

Vueltas y vueltas le doy a mi cabecita tratando de encontrar la solución a tan terrible transformación. Abro la bolsa ¡ugggggggs! Huelen a.... a.... ni siquiera creo que exista nada parecido a esto.

¿Habrá sido cosa de Alberto? Huuums... Porque Vanesa seguro que no, ella no come cosas envasadas (pija, pija más que pija). Qué digo, no come nada que esté bueno: ni bollería, ni patatas fritas, ni hamburguesas, ni empanadillas, ni rebozados... "Es que todo eso engorda Estrella, deberías saberleo" (imitación mala de la voz de pito de mi querida compañera de piso).

En fin, que le mandaré ahora mismo un e-mail a Íker Jiménez para que me echa una mano con tan inquietante misterio.

Estrella



DP: no intentéis comer enseimadas mientras escribis en el ordenador. El azúcar glass se mete por entre las teclas y ahí se queda hasta el fin d elos tiempos.

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